El término anciano se asocia frecuentemente a incapacidad, pero la realidad actual muestra que la mayoría de las personas al llegar a la sexta década de vida, si bien pueden presentar algún deterioro físico, son completamente funcionales. Atrás quedó la imagen del abuelo con bastón. Hoy los vemos corriendo por los parques, realizando diferentes actividades físicas y sociales, muchos de ellos viviendo su mejor momento.

Erróneamente se consideraba que una persona era “vieja” a partir de los 65 años, tomando para esta designación solo un criterio cronológico, sin tener en cuenta los avances de la salud y la mayor esperanza de vida actual. La realidad es que este concepto ha venido cambiando puesto que la expectativa de vida es cada vez mayor, gracias a los avances de la medicina y la tecnología. Por lo tanto el término vejez no debería ser fijo, dependiente de una connotación cronológica, sino móvil, dependiendo de la expectativa de vida.

Se estima que los jóvenes menores de 18 años que hoy ocupan el primer espacio, llegarán a los 100 años de vida o más, y son quienes conformarán el cuarto espacio, de allí la importancia que estén informados y preparados para ello. La idea de jubilarse a los 65 años, y de cambiar de una vida activa a la inactividad, irá desapareciendo, ya que quedarán muchos años más de actividad plena, formación y servicio a la sociedad.